Capítulo 5: Barba Azul

 

Barba Azul (La Barbe Bleue)

 



Grabado de Antoine Clouzier para la primera edición de 1697

 


¿Un invento de Perrault?

        Bruno Bettelheim, en su libro cuya primera edición es de 1975, escribe lo siguiente:

            Barbazul es una historia inventada por Perrault, por lo que no existen antecedentes de ella en los cuentos populares, al menos en los que hasta ahora se conocen.

            Hay tan sólo unos pocos relatos cuyo tema central sea el de una habitación prohibida en la que están guardadas todas las mujeres que han sido asesinadas previamente por su curiosidad. En algunos cuentos rusos y escandinavos, quien impide la entrada en el cuarto es un animal-esposo, hecho que indica una cierta relación entre las historias del ciclo animal-novio y las del estilo de Barbazul. De estas últimas, las más conocidas son El pájaro de Fitcher, de los hermanos Grimm y el cuento inglés Sr. Zorro” (pp. 306).

            En 1968 Marc Soriano (pp.161) había escrito:

            “Nadie, a decir verdad, pretende seriamente que Barba Azul podría venir de fuentes escritas. Por supuesto, nuestro escritor ha podido leer Las grandes crónicas de Alain Bouchard, aparecidas en Nantes en 1531. Quizás, se acuerde también de la Historia de San Gildas que forma parte de Vida de los santos de Bretaña de Alberto el Grande”.

            Pero estas semejanzas son bien inciertas: la fuente más probable, todos los comentaristas están de acuerdo sobre este punto, es la versión de vía oral que se contaba en la época” (pp. 161).

             Catherine Velay-Vallantin escribe:

            “El académico, en lo esencial, se mantiene fiel a la versión oral que se debía contar en su época” (1992 :44).

            Según Velay-Vallantin (op. cit.: 48), las versiones orales que se encuentran en Europa, en Canadá y en otras excolonias francesas, pueden clasificarse en tres grandes grupos:

            -Tres hermanas son secuestradas sucesivamente por un monstruo, violan el secreto de la habitación prohibida, pero la tercera, por medio de astucias escapa al castigo, devuelve la vida a sus hermanas, las libera y mata al monstruo.

 Por ejemplo, en Italia está Nariz de Plata, que es el diablo. Se lleva sucesivamente a tres hermanas pobres para que trabajen para él. También les entrega la llave de una habitación prohibida pero, para saber si entraron en ella, les coloca una flor en el cabello mientras duermen. El castigo es arrojarlas a una habitación llena de fuego. La menor Lucía, se saca la flor antes de entrar. Luego engaña al diablo haciéndole llevar a la casa de su madre un saco que, supuestamente, contiene ropa sucia. En realidad, adentro están sus hermanas y ella misma. Una cruz en la puerta de la casa impide que el diablo vuelva a molestarlas. Los hermanos Grimm recogieron El pájaro emplumado, en el cual el personaje malvado es un mago. También hay tres hermanas y una habitación prohibida, pero el objeto que se tiñe de sangre es un huevo. La hermana menor también lo engaña, resucita a sus hermanas uniendo sus miembros y huye disfrazada de pájaro. Este cuento tiene más escenas de horror que Barba Azul, sin embargo termina bien ya que las hermanas se salvan y el brujo y sus amigos mueren quemado en su propia casa.

            - La mujer que visitó la habitación prohibida y que está condenada a morir, es salvada por sus hermanos o sus padres. Esta es la versión más extendida en Francia y la que le sirvió de fuente a Perrault.

            - Una versión cristianizada en la que desaparece el tema de la habitación prohibida: dos hermanas secuestradas por un ente diabólico son salvadas por la intervención de seres divinos.

 

 La versión de Perrault


            En la mayoría de los relatos orales, el asesino es un hombre noble (un “seigneur”, un “monsieur”) extremadamente rico; por ejemplo, en una versión recogida en la isla de Guadalupe, se dice que estaba “vestido de oro”. Pero, en otras versiones, tiene carácter monstruoso y puede ser un ogro, un animal gigantesco o el diablo.

            ¿El Barba Azul de Perrault es un noble? El cuento comienza así:

            Había una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y el campo, vajilla de oro y plata, tapizados bordados y carrozas doradas. Pero, por desgracia este hombre tenía la barba azul y eso lo volvía tan feo y tan terrible que no había mujer ni muchacha que no huyera de su presencia (pp. 5).

Muchos investigadores han tratado de explicar el color azul de la  barba. Según Velay-Vallantin (op. cit.:70), en la Edad Media, ese color era símbolo de bastardía o de condición social  muy baja. En el cuento, en ningún momento se dice que Barba Azul sea noble, solamente que es muy rico. En las ilustraciones del manuscrito de 1695 aparece vestido como un pirata: un amplio sombrero, una túnica roja ceñida a la cintura por un cinturón azul flotante, los brazos y las piernas, desnudos y muy bronceados. En cambio, en la edición de 1697, aparece como un burgués: lleva una especie de levita austera abotonada hasta el cuello. El hecho de usar barba tiene relación con la representación de un hombre salvaje, primitivo. Sin embargo, en los dos casos, la ilustración deja ver muros con almenas y  puentes levadizos que sugieren la presencia de un castillo. En ediciones posteriores, por ejemplo en los grabados de Gustavo Doré[1], sigue apareciendo el castillo, pero ahora Barba Azul está vestido como un señor feudal que trata de asesinar a su esposa con una espada y ya no con un cuchillo. Este proceso de ennoblecimiento del personaje  ajeno a Perrault es obra de los ilustradores  (Velay –Valantain, op. cit.: 71-72).

La esposa de Barba Azul sí es noble pues su madre es una dama distinguida (pp. 8), pero se trata de nobles venidos a menos que necesitan de un casamiento ventajoso para mantenerse en la alta sociedad. El rico burgués, a su vez, necesita casarse con una dama noble para ser aceptado socialmente. Es así como la muchacha que encontraba repugnante el aspecto de Barba Azul, después de conocer sus posesiones y su forma de despilfarrar el dinero, empieza a notar que ya no tenía la barba tan azul que digamos y que era un hombre muy honorable (pp. 9-10).

Perrault, como siempre, actualiza el viejo cuento. Cuando describe la mansión de Barba Azul, está exponiendo la casa de un rico burgués y los muebles que solían usarse en su época, como los grandes espejos de marcos dorados. Los hermanos de la protagonista son un dragón y un mosquetero, es decir soldados de regimientos de su propia época.

También lo cristianiza. En las versiones populares, la esposa sube para ponerse o sacarse el vestido de bodas. El diálogo con su marido se asocia a las prendas que se pone o se quita. En la versión de Perrault, ella sube para rezar.

Además lo vuelve racional. En las versiones orales, la familia de la esposa le da un perrito o una perrita y ella manda al animalito con una nota pidiendo ayuda. En Perrault, ella espera a sus hermanos porque le habían dicho que pasarían a visitarla. El personaje del animal ayudante mágico desaparece.

Perrault suprime también una serie de fórmulas rimadas que pronuncia Barba Azul mientras espera que baje su esposa, por ejemplo: Yo afilo, afilo mi cuchillo, para matar a mi mujer que está arriba (J’aiguise, aiguise mon cuteau pour tuer ma femme qui est en haut)[2].

Velay-Vallantin (op. cit.: 58) piensa que Perrault , como hombre culto de fines del siglo XVII, realizó estos cambios basándose en lo que supuso había sido la cristianización de su público. No se equivocó ya que su adaptación fue bien recibida por los narradores orales.

 

 



Grabado de Gustave Doré para la edición de Hetzel, de 1862


 Un diálogo ambiguo

             El diálogo que la protagonista sostiene con su hermana Ana hacia el final del cuento siempre ha dado mucho que hablar. El original en francés es  ambiguo ya que el guión de diálogo aparece una sola vez y no siempre el narrador aclara quién está hablando. Además, ambos personajes dicen mis hermanos en vez de decir nuestros hermanos.

            La parte final de este diálogo, en la traducción de Graciela Montes, es así:

-       Ana, hermana Ana, ¿no ves que venga nada?

-       Veo dos caballos que se acercan por allá- respondió- pero están lejos todavía… ¡Dios sea loado!- gritó un momento después- son mis hermanos. Les hago todas las señas que puedo para que se apuren (pp.24-25).

En otras traducciones, como en la Colección Juvenil de Hachette, es así:

-       Ana, hermana mía, ¿no ves a nadie?

-       Veo dos caballeros que se dirigen hasta este sitio; pero todavía están lejos, muy lejos…

-       ¡Que Dios sea loado!- exclamó la desventurada - ¡son mis hermanos!

Ana añadió:

-       Les estoy haciendo señas para que se apuren (pp. 37).

Desde la época de la Biblioteca Azul, algunos editores consideraron que, en vez de ser Ana la que reconoce de lejos a sus hermanos porque está mirando por la ventana de la torre, sea la esposa de Barba Azul la que afirme que son sus hermanos aunque esté en el piso de abajo y no tenga acceso a la ventana. Podría explicarse porque ellos le habían prometido una visita y está ansiosa esperando su ayuda.

Al hablar de este pasaje ambiguo, Soriano (op. cit.) opina lo siguiente:

“Asociadas como están en una acción común, cada una de ellas habla como si estuviera sola, como si la otra no existiera o como si ella fuera al mismo tiempo ella misma y la otra” (pp. 170).

El crítico francés busca el sentido de esta escena en las preocupaciones gemelares de Perrault, quien tenía un hermano mellizo que murió a los seis meses de edad y al que, según parece, sus padres preferían. Soriano opina que esto quedó en el inconsciente del autor y por eso casi siempre los personajes de sus cuentos forman parejas que, a veces, se confunden entre sí (op. cit.: 170-171).

           

 Un cambio de sentido


  Velay-Vallantin  (op. cit.: 51-62) dedica un capítulo  a las distintas variantes de Barba Azul, que no sólo aparece en cuentos de tradición oral sino también en numerosas canciones populares. Comenta la versión de Perrault, entre otras muchas. De hecho, es el único cuento de este escritor que analiza, a efectos de compararlo con las diferentes versiones orales de la época. Luego rastrea el tema en las canciones y cita varias. Por ejemplo, una balada llamada Renaud, el asesino de mujeres, una canción llamada La Malcasada vengada por sus hermanos, otra que lleva por título Los infortunios de la condesa de Saulx, otra, recogida en Canadá en el siglo XX llamada Habla alto, habla bajo porque en ella la protagonista le cuenta a sus hermanos, en voz alta, las mentiras que le impone su esposo y, en voz baja, la verdad de sus desgracias.

            En casi todas las canciones y en la mayoría de las versiones orales aparece el rasgo siguiente: el marido quiere matarla porque ella está embarazada y él sospecha que el bebé no es suyo. En muchas versiones, sobretodo las de la región francesa de Bretaña, el bebé ya nació y es asesinado brutalmente por su padre. O sea que las canciones, no sólo exponen los temas de la esposa acusada injustamente y del inocente asesinado, sino que también acentúan los rasgos de crueldad y la presencia de la sangre (op. cit.: 50). Folkloristas y psicólogos han llegado a la conclusión de que estas formas, mucho más arcaicas que la versión de Perrault, se asocian a la iniciación sexual de la mujer y el tabú del adulterio.

            La presencia de la sangre es mucho más fuerte en las versiones orales que en el cuento de Perrault.  Velay-Vallantin recuerda las “sangrías rituales” que solían hacerse a las embarazadas para simular la menstruación. El cuento primitivo, como las canciones, habla de la mujer impura, manchada por la presencia de la sangre que no puede lavar, y de su iniciación sexual:

            “Las versiones de la canción en “lengua de oil” dejan entrever la asociación del amor y de la muerte, del sexo y de la sangre. Es evidente la  interpretación de esa sangre que fluye a lo largo de las piernas de la heroína hasta sus talones como proveniente de la defloración. Muchas versiones asocian esa sangre al vino, lo único que el marido autoriza a su mujer a beber; a ese vino se lo denomina “blanco”, el lazo de la sangre con eso a lo que le dicen “sangre blanca”, es decir, la esperma, parece muy lógico” (pp. 63).

            Sin embargo, Perrault dice en su primera moraleja:

                        La curiosidad, aunque tenga su encanto,

                        acaba casi siempre en grandes llantos.

                        Ejemplos de esto pueden verse a diario.

                        y es que, aunque le disguste al bello sexo,      

no brinda sino un goce muy modesto

que se escurre al momento de las manos

                        y siempre resulta demasiado caro (pp. 31).

            Tanto Soriano (op. cit. pp. 168) como Velay-Vallantin (op. cit.: 47) lamentan que Perrault haya reescrito este viejo cuento centrándolo en el tema de la curiosidad femenina, en desmedro de sus sentidos más profundos.

            La segunda moraleja, dedicada a los lectores adultos, insiste en el tema de la curiosidad e ironiza sobre los maridos modernos:

                        ...y sea cual fuere el color de su barba

                        no es fácil saber de los dos hoy quién manda (pp. 31).

Graciela Montes  (1982: III). señala  que el recurso de la ironía utilizado por Perrault es una forma de distanciarse de los cuentos tradicionales y que, al hacer esto, mina los cimientos de lo maravilloso.

 

La Biblioteca Azul y las nuevas versiones orales


            La versión de Perrault de Barba Azul tuvo un éxito extraordinario cuando fue recogida por la Biblioteca Azul. Como otros cuentos del autor, fue el origen de nuevas versiones orales derivadas de la escrita. 

            En las versiones anteriores  el asesino no tenía nombre. En las nuevas toma el nombre puesto por Perrault, pero no siempre es Barba Azul. En algunas regiones, como La Vendée y Anjou, aparece como “Barba Verde” y en otras, por ejemplo La Chapelle d’Arpchier, como “Barba Negra”. Todos estos colores, según Velay-Vallantin (op. cit.: 49), representan, desde la Edad Media, los conceptos de sombra, duelo, locura y desorden.

            De todas formas, es posible que tanto el nombre del personaje como el del cuento, sea una simple ocurrencia de Perrault ajena a todo simbolismo. Como en Caperucita Roja, puede deberse al hecho de seguir la moda de la época definiendo al personaje por un rasgo de su apariencia física o de su vestimenta asociado a un color.

            Como vimos, los primeros testimonios iconográficos muestran un castillo que en el texto no existe. Las imágenes de las ediciones de la Biblioteca Azul sitúan a la hermana Ana en la torre de un castillo solitario, sin ninguna aldea alrededor. Pero no sólo los ilustradores imaginaron el castillo, los lectores también.  Barba Azul es ya un noble, un señor feudal.

            Velay-Vallantin  (op. cit.: 72) piensa que esto se debe a la asociación, en el imaginario popular, de la historia de Barba Azul con la de Gilles de Rai, un personaje histórico muy sanguinario que encontraba placer en violar y asesinar niños. Si bien este personaje no mató a ninguna esposa, ya en la época de Perrault su historia estaba mezclada con otra: la de la Condesa de Chateaubriand, que era la amante del rey Francisco I. Cuando el monarca la abandonó, su esposo la encerró en un cuarto oscuro por varios meses y luego entró acompañado por varios hombres enmascarados que atacaron a su esposa y le cortaron las venas de ambos brazos. La condesa murió desangrada bajo la complaciente mirada de su marido. Estas dos truculentas historias se mezclaron hacia la mitad del siglo XVI y a Gilles de Rai se le adjudicó el asesinato de su mujer. En el siglo XVIII, cuando la historia de Barba Azul fue difundida por la Biblioteca Azul, el señor feudal y el protagonista del cuento se fundieron en un mismo personaje en el imaginario campesino. A tal punto que, hasta el día de hoy, en Bretaña y La Vendée, los narradores de Barba Azul identifican su castillo con los habitados por Gilles de Rai: Machecoul, Tiffaiges o Champtocé.

            Pero no sólo la historia se mezcló con el cuento, también lo hizo la hagiografía. Las leyendas de Santa Tryphine y de San Gildas tienen elementos comunes  con el cuento: el cuarto prohibido con las mujeres muertas, la llave manchada de sangre, la hermana en la ventana. La diferencia es que el marido realmente mata a la heroína y sus hermanos buscan la ayuda de San Gildas  quien la resucita. Estas historias de santos se asimilaron tanto a la de Barba Azul que hasta la iconografía es la misma. En varias iglesias de Bretaña (Saint-Nicolas-des-Eaux, Pontivy) los frescos que representan la leyenda de Santa Tryphine son “calcados” de las viñetas de la primera edición letrada de Barba Azul y, por consiguiente, de las ilustraciones de la primera edición de la Biblioteca Azul (Vellay-Valantin, op. cit.: 76-79).

 

 

Barba Azul hoy


Según Charles Deulin  Barba Azul es uno de los dramas más palpitantes que hayan sido escritos en cualquier lengua”[3]. En efecto, es una pequeña obra maestra del terror y del suspenso.

Es casi inhallable en castellano fuera de las compilaciones de cuentos de Perrault. Hay muy pocas ediciones como libro separado. Esto se debe a que es un cuento difícil de censurar pues ¿qué quedaría de la historia si se elimina el cuarto con las seis mujeres muertas?

            La editorial Sopena lo publicó en varios formatos. Una de esas ediciones, de 1941, respeta bastante el texto de Perrault, pero la protagonista, en vez de volverse a casar, le da el dinero a su buena madre. La moraleja se centra en la curiosidad:

            La desesperación de la esposa de Barba Azul fue el castigo de su curiosidad, pues es éste un defecto que hace poco queridas a las personas que lo tienen (pp. 14).

La versión que tradujo Graciela Montes para la colección “La mar de cuentos” del CEAL, es completamente fiel al original. Los dibujos de Saúl son en blanco y negro, y el formato del libro es muy pequeño.

Hay una edición de la editorial Juventud de Barcelona del año 2002, que es una traducción de una edición aparecida en Francia en el 2000. Las ilustraciones son de Éric Battut, un autor e ilustrador francés, quien acentúa los rasgos sombríos y lúgubres. El blanco, el negro y el azul son los colores dominantes matizados de vez  en cuando con toques de rojo, el color de la sangre. Éste aparece, por ejemplo, en el sol, en un pájaro, en la llave, en el piso del cuarto secreto. Marcela Carranza (2009) analiza la ilustración en la cual la protagonista descubre los cadáveres de las esposas anteriores:

“Ante este texto Battut toma una decisión importante. El lector no podrá ver en la ilustración el contenido de la habitación prohibida. Verá sus paredes y a la joven apenas asomada a la puerta. Se trata de un recuadro casi negro en su totalidad, con suaves líneas blancas para delinear puertas y ladrillos. Una extraña mancha roja se extiende hasta los pies del pequeño personaje ubicado casi en el centro de la ilustración. Eso es todo. Si el narrador de Perrault gradúa la información ofrecida al lector a través de los ojos de la protagonista, el observador de las imágenes de Éric Battut es situado frente a la joven, y prácticamente nada puede ver de aquel horror descrito por el texto”.[4]

             Battut también ilustró otros cuentos de Perrault como Caperucita, El gato con botas y Pulgarcito. El primero de ellos también  había sido editado por Juventud, pero la editorial excluyó de su catálogo tanto a Caperucita como a Barba Azul y dejó únicamente el volumen de todos los cuentos de Perrault.

            Barba Azul no está tan difundido en nuestro medio como otros cuentos de Perrault. Sin embargo, aunque casi nadie conozca los pormenores de su historia, el personaje de Barba Azul como asesino de sus esposas sigue estando en el imaginario colectivo. Más de tres siglos después y con un océano de por medio.




Imágenes de la edición de Juventud ilustrada por Éric Battut (2002)

 


 




[1] Editada por Hetzel en 1862.

[2] Citada por Velay-Vallantin (op. cit, pp. 46).

[3] Citado por Soriano (1968:172)

[4] Carranza, Marcela, Barba Azul. El realismo y el horror. Lecturas. Revista “Imaginaria” Nº249, Bs. As., 17 de marzo de 2009.

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